Es una nueva variante entre las llamadas "drogas de diseño", pensadas específicamente para burlar la ley. En este caso, el Dragonfly es un compuesto químico, la Brolamfetamina. Tiene gran éxito en Europa, pero en Inglaterra se registran los mayores índices de consumo.
La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU, en su informe anual, divulgó que la producción de "drogas de diseño", cuya estructura molecular es modificada para evitar las normativas en vigencia, ha alcanzado proporciones preocupantes. La agencia de las Naciones Unidas, con sede en Viena, recuerda que este tipo de drogas son fáciles de producir. Estos productos se obtienen gracias a la ligera modificación de la estructura molecular de sustancias ilegales para generar los mismos efectos, lo que les permite eludir las legislaciones contra las drogas tradicionales.
Los especialistas aseguran que los efectos del Dragonfly se prolongan entre 12 y 24 horas, con un tiempo de "recuperación mental" de unas 36 horas.
Entre las consecuencias, enumeran: ansiedad, agitación, temblores, convulsiones, rigidez muscular, crisis hipertensivas, hemorragias cerebrales, coagulación intravascular diseminada, insuficiencia renal aguda y necrosis hepática. Además de cardiomiopatías, espasmos vasculares y cuadros psicóticos, como paranoia.
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