En China, lo que no engorda mata. Eso es lo que le ha ocurrido a un rico empresario de Cantón Guangdong, que falleció el pasado 23 de diciembre tras una indigestión de gato.
En esta próspera región del sur de China fronteriza con Hong Kong, los cantoneses alardean se comen todo lo que vuela menos los aviones, todo lo que tiene patas menos las mesas y todo lo que sale del mar menos los barcos.
El millonario Long Liyuan celebró un almuerzo de trabajo donde participaba Huang Guang, un funcionario de bosques del gobierno local de Bajia que asistió a la comida y que ha sido detenido por, presuntamente, envenenar el “hot pot” de gato que se zampó el millonario Long.
A cambio de grandes sumas de dinero, el funcionario Huang estaba ayudando al empresario Long en sus negocios, pero parece que el primero exigía más sobres de la cuenta o que el segundo le había amenazado con denunciarlo por corrupto, la Policía sospecha que el asesino echó unas hierbas venenosas en el “hot pot” de gato y luego, quizás para disimular, incluso comió un poco de él junto a la víctima, pero no lo suficiente como para caer intoxicado.
Teniendo en cuenta los enormes problemas de salud alimentaria y las frecuentes intoxicaciones que hay en China, la primera reacción de la Policía fue detener al dueño del restaurante por servir gato en mal estado. Pero luego, los agentes se pusieron a investigar el misterioso crimen mas y acabaron arrestando al funcionario Huang.
Esto sucedio en China, un país de rica y exótica gastronomía donde lo que no mata engorda. Y viceversa.
Esta historia la podemos conocer gracias a Pablo M. Díez
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