El primer ministro ruso, Vladímir Putin, ha prometido que las elecciones presidenciales del próximo 4 de marzo no serán fraudulentas, como si en efecto lo hubieran sido los comicios legislativos celebrados el pasado 4 de diciembre. Él espera ganar esos comicios y regresar al trono del Kremlin, como mínimo, otros seis años más y con la posibilidad de ser reelegido y continuar hasta el año 2024. Los sondeos realizados hasta ahora le son favorables... pero la movilización de calle no lo es en absoluto.
Tras el pucherazo del mes pasado, se intensificaron las movilizaciones en toda Rusia. Unas 60.000 personas se manifestaron en Moscú el 10 de diciembre y más de 120.000 el día 24, algo que no se veía en el país desde hacía década y media. Hay convocada otra gran manifestación en la capital rusa para el 4 de febrero para exigir otra vez la repetición de los comicios legislativos.
Las reformas de última hora promovidas inesperadamente por el presidente Dmitri Medvédev, que de ser aprobadas restablecerán las elecciones a gobernador regional y a senador, además de liberalizar el sistema de inscripción legal de los partidos, no parece que vayan a ayudar a calmar los ánimos porque no tendrán sentido hasta dentro de cinco años, cuando termine la legislatura que acaba de comenzar.
Así las cosas, el personaje emergente en mitad de la ola de protestas que se avecina es el bloguero anticorrupción Alexéi Navalni. Las encuestas indican que Vladimir Putin no cuenta con el apoyo de la mayor parte de los habitantes de las grandes ciudades y de los que tienen educación superior.
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