Sarah McKinley, una joven madre de 18 años que disparó y mató en Nochevieja a un hombre que entro en su casa con un cuchillo de 30 centímetros, para proteger a su bebé de tres meses. Una semana antes, en Navidad, su novio y padre de la criatura había muerto de cáncer.
El día 31 de diciembre, el sospechoso volvió a la vivienda de la joven madre acompañado de otro hombre, Dustin Stewart, pero esta vez iba armado con un cuchillo. Los dos comenzaron a forzar la puerta para entrar en la casa.
Mientras uno de ellos iba de puerta en puerta intentando entrar, Sarah agarró su escopeta del calibre 12 y una pistola y después llamó al número de emergencias 911.
Estoy sola con mi bebé. Tengo dos armas en mi mano, ¿puedo dispararle si entra en casa?, preguntó la joven madre al operador del 911, que le respondió "No puedo decirle que usted puede hacerlo, pero haga lo que tenga que hacer para proteger a su bebé. McKinley estuvo al teléfono 21 angustiosos minutos.
Martin pateó la puerta, consiguió entrar y se dirigó hacia Sarah con el cuchillo, pero a la joven madre no le tembló el pulso, disparó y mató al intruso de 24 años. El compinche se entregó a las autoridades.
La Policía de Oklahoma defiende que el asesinato, en este caso, está justificado. "Está permitido disparar a una persona que entra en tu casa por la fuerza", dijo un portavoz de la Policía de Blanchard Oklahoma.
"No fue una decisión fácil, pero era él o mi bebé. No hay nada más peligroso que una madre que ve amenazada la vida de su hijo", declaró McKinley.
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