Iowa marca el auténtico punto de partida de la carrera electoral en el país de las barras y las estrellas. Tras meses engrasando la maquinaria, recaudando fondos y cortejando a los capitostes del partido, los aspirantes a la nominación republicana para luchar por la Casa Blanca se enfrentan a su primera cita con los electores en pequeño estado del centro-oeste, de abrumadora mayoría blanca y con una fuerte presencia de descendientes de alemanes concita estos días las miradas en Estados Unidos. Los caucus de Iowa representan una auténtica prueba de fuego para los siete candidatos que aún se mantienen en lista.
Real Clear Politics, la página que elabora una media diaria de las principales encuestas, colocaba esta semana a Ron Paul a la cabeza de los sondeos en Iowa, seguido a distancia por Mitt Romney. Algo menos se situaba Newt Gingrich,
Existe un gran problema para uno de los cadidatos, sus correligionarios se resisten a echarse en los brazos de Romney. Ya le dieron la espalda en 2008, prefiriendo a John McCain. Y todo refleja volver a hacerlo ahora. Uno de sus hándicaps es la religión. Romney es mormón, algo que sigue siendo anatema. Según reveló una encuesta realizada hace algunos meses, la desconfianza de los estadounidenses hacia esta religión es tal que aceptarían de mayor grado a un presidente musulmán. El otro gran problema de Romney son sus convicciones. En 2008, sus posiciones en cuestiones sociales alarmaron a muchos conservadores, que dudaban de que se tratase de uno de los suyos. Ahora Romney ha matizado o radicalmente cambiado algunas de sus posturas, dando pie a que le acusa de hipócrita ya que nadie cambia postura de años de una forma tan rapida como lo manifiesta. El 'Tea Party' tiene en su diana la reforma sanitaria de Obama, la cual presenta numerosos puntos en común con la que precisamente Romney impulsó en Massachussets cuando era gobernador de ese estado. Convencerles de que olviden eso es una practica imposible.
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